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¿Qué es Coaching Ontológico?
13 julio, 2025Resumen Este artículo explora los fundamentos filosóficos del coaching ontológico y su alcance más allá de lo instrumental. Desde una mirada existencial, hermenéutica y constructivista, se plantea que el coaching ontológico es una práctica de acompañamiento que reconoce al ser humano como un ser interpretativo, proyectado al futuro, corporal, emocional y relacional. Se argumenta que su potencia reside en su capacidad de abrir posibilidades, generar nuevos sentidos y sostener procesos de transformación desde la autonomía del otro.
1. El ser humano como más que un objeto de conocimiento El ser humano es irreductible ante cualquier ciencia, ante la mirada de otros y ante su propia mirada. Nunca se presenta como totalidad clausurada. Esta tesis, de raíz fenomenológica y existencial, implica que toda comprensión que tenemos de nosotros mismos es necesariamente parcial. Heidegger lo expresa señalando que el ser humano está arrojado en el mundo sin haberlo elegido, y que su existencia está marcada por la apertura, la posibilidad y la pregunta.
Por ello, cualquier práctica que aspire a acompañar el desarrollo humano debe reconocer esta condición: nunca podemos saberlo todo de alguien, ni de nosotros mismos. El coaching ontológico se posiciona desde esta humildad epistemológica: acompaña al otro sin pretensión de definirlo, sino ayudando a que se despliegue.
2. Interpretación, campo de sentido y posibilidad de aprender El ser humano no actúa desde hechos puros, sino desde interpretaciones. Toda acción está sostenida por un “desde dónde” que muchas veces permanece implícito. Esta base hermenéutica se articula con Hans-Georg Gadamer, quien sostiene que todo comprender es interpretar desde un horizonte de sentido.
El coaching ontológico trabaja sobre estos horizontes: al hacerlos visibles, se abre la posibilidad de modificarlos. En otras palabras, aprendemos no cuando acumulamos datos, sino cuando cambiamos la manera de mirar. El aprendizaje ontológico es un giro interpretativo, un quiebre en la manera habitual de estar en el mundo.
3. Proyectarse hacia el futuro: hacerse cargo del sentido Nuestra existencia no es estática, sino pro-yecto: estamos lanzados al futuro. Heidegger afirma que el ser humano no está definido por lo que es, sino por lo que puede ser. Esto implica que cada quien debe hacerse responsable de su devenir y de los sentidos que otorga a su vida.
El coaching ontológico trabaja precisamente en ese espacio de responsabilidad y proyección. No se trata de predecir el futuro, sino de diseñarlo. La conversación de coaching es un acto de libertad, donde la persona toma contacto con sus posibilidades más auténticas.
4. Lenguaje generativo: crear mundos posibles El lenguaje no solo describe la realidad; la crea. Esta tesis central en la ontología del lenguaje (Echeverría, Flores, Maturana) sostiene que el ser humano vive en mundos generados lingüísticamente. Al cambiar nuestras conversaciones, cambiamos nuestras acciones, nuestras relaciones y nuestro futuro.
El coaching ontológico usa el lenguaje como herramienta de transformación. A través de nuevas distinciones, preguntas e interpretaciones, se abren mundos antes impensables. Por ello, el lenguaje es más que comunicación: es potencia creadora.
5. La experiencia como condición del aprendizaje El aprendizaje real no ocurre de forma puramente intelectual. Solo aprendemos cuando algo nos afecta, nos interpela, nos hace detenernos. La filosofía de la experiencia (Dewey, Merleau-Ponty) sostiene que el aprendizaje emerge en la relación con lo vivido, con lo sentido, con lo encarnado.
En coaching ontológico, esto se traduce en acompañar procesos que tengan raíz en experiencias significativas. El aprendizaje se potencia cuando el cuerpo, la emoción y el lenguaje están involucrados.
6. Pluralismo ontológico: saber en perspectiva No accedemos a la totalidad del ser, sino a fragmentos, versiones, interpretaciones. El coaching ontológico adopta una postura pluralista: lo que cada quien observa es válido en su contexto, pero no agota la realidad. Esto habilita una actitud de apertura, de exploración y de humildad.
Desde esta mirada, el coach acompaña sin imponer, sabiendo que la verdad está en el diálogo, en la construcción compartida y en la posibilidad de observar más allá de los propios filtros.
7. Cuerpo, emoción y mente: una unidad viva Toda experiencia humana se da desde un cuerpo emocionado y pensante. La filosofía contemporánea (Merleau-Ponty, Varela, Damasio) ha desmontado la separación cartesiana entre mente y cuerpo. El coaching ontológico integra estos dominios: trabaja con el cuerpo que sostiene la acción, con la emoción que orienta y con el lenguaje que genera sentido.
Aprender no es una actividad mental, sino una transformación integral. Por eso, el proceso de coaching implica nuevas posturas, nuevos registros emocionales y nuevos modos de habitar el presente.
8. Interdependencia: ser con otros El ser humano no es una entidad aislada. Existimos siempre en relación. Martin Buber hablaba del “yo-tú” como la forma genuina de encuentro, donde el otro no es medio ni obstáculo, sino presencia significativa. La interdependencia no es una debilidad, sino una condición ontológica.
El coaching ontológico reconoce que el cambio ocurre en red, en la calidad de las conversaciones, en el modo en que nos abrimos al otro. Acompañar a alguien es también hacerse cargo de cómo estamos siendo con él.
9. Lo posible antecede a lo real La posibilidad no es un lujo, sino el fundamento de nuestra existencia. Heidegger dice que el ser humano está siempre más allá de sí mismo: su esencia es el poder-ser. Lo que hoy no vemos como posible puede revelarse mañana como camino.
El coaching ontológico trabaja para recuperar la conexión con lo posible. Cuando no hay posibilidad, no hay acción ni sentido. Pero incluso en el quiebre, siempre hay una salida no vista, una pregunta no formulada, una posibilidad aún no articulada.
10. Acompañar sin dirigir: el otro como legítimo otro Inspirado en Humberto Maturana y Emmanuel Levinas, el coaching ontológico se basa en una ética de la legitimidad del otro. No se dirige, no se impone, no se juzga. Se acompaña desde el respeto radical por la historia, el lenguaje y la sensibilidad del otro.
Desde esta mirada, el coach no modela ni prescribe, sino que sostiene un espacio donde el otro pueda encontrarse consigo mismo. Las preguntas abiertas, la escucha profunda y la presencia disponible hacen posible que cada quien descubra su propio camino.
Conclusión: habitar la pregunta, abrir la posibilidad, acompañar el ser El coaching ontológico no es solo una técnica ni una metodología. Es una filosofía viva, una práctica del cuidado del otro, una forma de intervenir en el mundo sin invadirlo. Se trata de abrir mundos, de liberar posibilidades, de habitar la pregunta como acto de dignidad.
En tiempos donde el hacer domina, el coaching ontológico recuerda que el ser también necesita ser escuchado. Que toda transformación sostenible comienza por una conversación honesta. Que acompañar es confiar en la potencia del otro para reinventarse, para encontrarse y para desplegar su propio sentido en el mundo.
Jesús Carvajal, MBA, Filosofía
Coach Profesional PCC-ICF
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